27 diciembre 2010

Una histora y un destino.
Comenzaste diciéndome que no me alejara, que no me separara de ti, que si lo hacía desvanecerías, no he hecho, pero he eso ha conllevado la muerte del aquel corazón que te pertence, tu estabas bien, mientras él moría, la llama del susodicho amor, comenzaba a desvanecer, no encontraba razón alguna para seguir, seguir ese camino señalado en ese mundo perfecto que dibujaba tu imaginación, en tus sueños, que cada día al levantarte me contabas con esa dulce mirada, aquellos ojos brillosos de los que un día me enamoré. Ahora ya de nada sirve, se murío, falleció, aquella parte que de mi decía que podíamos estar juntos, cada día me demuestro que no podía ser verdad, cada día me demuestro que las terceras personas llevaban razón.

Al fin y al cabo, sigue latiendo... despacio por ti.  

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